20 de enero de 2013

El Ángel de la Guarda


Ya no puedo escribir malos pensamientos, ya no puedo escribir notas pésimas, ya no puedo escribir para que te des cuenta de mí, ya no puedo escribir…

Las horas que pasaba delante de este proyector de la tinta que recorre mis venas hasta que llega a inyectarse por tus ojos convirtiéndose en sentimientos. Lamentando los porqués por los cuales no me veías o porque las demás chica no querían verse conmigo a su lado.

Y hoy digo yo, no he perdido más que tiempo en estar a tu lado apoyándote, no porque los demás me cegaron para no contarte la verdad de mis sentimientos sino por el miedo que sentí al poder perderte para siempre como amiga.

Desde que nos conocimos y hablamos ese primer viernes de septiembre del 2011 en el cual no tuvimos clase, ese día me enamoraste, pero trate de olvidar aquellos sentimientos enmascarándome en otros supuestos enamoramientos que cuando salía malherido y moribundo, allí estabas tú para curarme las heridas de las batallas ya perdidas, que se cuentan por miles. Solo te pedía las gracias y como un cobarde no decirte que te amo.

Pero era tan difícil, decirte esto mientras estas con alguien a tu lado y si lo perdía todo por un solo “te quiero”. Por ese te quiero o te amo podía ganarlo o perderlo todo en un instante.
Pues ese instante llego en diciembre de 2012, en vez de salir espantada como las demás, te quedaste y me mostraste que no todas las mujeres son iguales.

Eso me encanto, ese sentimiento o esa parte de mí que temblaba cuando intentaba decírtelo desapareció, día tras día, me soltaba más y otro poco más. Creo fielmente que eres de las pocas personas que me conoce tal como soy y no como me muestro ante la sociedad.

Esta carta es una de las muchas que te quiero dedicar por ser la princesa de mi corazón, por ser la llave de mis sentimientos y por ser La Rosa de los Vientos.

Tú eres la guía de mi corazón, la llave que abre mi inspiración porque tú has creído en mí.

Por eso, tú eres la inspiración que necesitaba para volver y seguir escribiendo con mi don, y espero que me des ese empujón para seguir haciendo lo que mejor se me da, escribir para llegar al fondo de los corazones más enérgicos pero también a los más solitarios. Igual que yo haré todo lo que pueda para que tus sueños se cumplan y darte un empujón en lo mejor que sabes hacer.

Pero sobre todo los demás corazones, está el tuyo que además de fluir en constante movimiento ese líquido rojo que llamamos sangre, fluye el gran sentimiento de querer a los demás y quiero que sepas por enésima vez que yo cuidaré de él, como si de tu Ángel de la guarda se tratase.

Alberto Rey.

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