12 de octubre de 2011

Como aman los poetas

Ámame como aman los poetas, atraviésame la pupila con tu imagen, haz que mi corazón sean tus versos, no tengas noción del espacio ni siquiera del tiempo, solamente de tus palabras quiero ser testigo, cuando llegue la guerra, estaré en la trinchera, contigo.
Deja que tu voz conquiste un imperio de caricias, y que esa mano que se levanta en ti como si fuera a colgar soles en el aire arroje la semilla de la flor que nos dé aroma, que nos transporte a un edén de sonrisas que beben sus ríos de tinta, que la luz de estos poetas entregue al mundo este laberinto de palabras.
Y que cada caricia sea un imperio, y que si quieres el sol yo lo pondré en tu mano, que cada una de tus sonrisas nos lleve al edén, salir de este laberinto de palabras y que no nos hagan falta cadenas para subir al cielo de sus mentes, porque nada envejece, todo amanece si dejas de pensar en el exterior y entra en nuestro mundo en el que la vida misma te lleva al suicidio que es el amor, si es que no sabes amar, y al campo de rosas sin espinas de tu corazón si es que sabes. Es triste vivir sin saber soñar, sin saber llorar de alegría y reír de tristeza, sin saber siquiera vivir, sin saber tan solo eso, sin saber amar.
Y aunque se derrumbe este imperio, aunque me quemen estos soles, aunque tus sonrisas me lleven al inframundo, aunque nos perdamos en nuestros propios laberintos y las cadenas nos aten la inspiración, aunque nos encuentre el tiempo, aunque nazcamos de amor esta mañana, aunque muramos de vida al alba, aunque sepamos amar, llegué a olvidar que las rosas también tienen espinas, aunque los sueños queden enfermos y rotos, aunque lloremos sonrisas y riamos a lágrima viva, aunque aprendamos a vivir, aunque el arte de llenar nuestra vida de inspiraciones sin musas que las alimenten, de vivir en pensamientos ajenos creando poesías hasta en la hora de la siesta, aunque hagamos del mundo un gran verso en el que las rosas, sean producto de tu olvido o no, carezcan de espinas, aunque la nieve nos queme las plantas de los pies y empecemos a sentir que envejecemos huérfanos de unos besos, de fantasmas que aprenden a crecer, siempre nos gustará imaginar que nos engaña la herejía, y que no nos hace presos de su afán de mantenernos separados cuando realmente somos una misma vida, pues mientras vivamos juntos, en el mismo laberinto, bajo el mismo sol, pisando la misma nieve y cogiendo las mismas rosas, mientras nazca y muera el amor, vivirá la poesía, porque lo peor del amor es cuando acaba, cuando se convierte en poesía, cuando al punto final de los finales, no le siguen...dos puntos suspensivos.